Con los sismos de 2017 en las comunidades afectadas del Istmo de Tehuantepec, muchas de las mujeres que podían trabajar en casa perdieron todo. Con el apoyo de GEMAC en coordinación con diversas organizaciones, fue posible proporcionar estos medios de trabajo y de vida. Nunca ha sido muy bien visto que las mujeres trabajen fuera de casa, y mucho menos, que lo hagan juntas y organizadas. En estas localidades, las limitaciones económicas, sociales y culturales influyen mucho para que sea aún más difícil que las mujeres puedan trabajar y aunque no alcance para el día a día, “estemos como estemos”, dice Patricia Salmerón (beneficiada gracias al apoyo del Grupo Red de Mujeres Emprendiendo. Bordando sueños. Tejiendo acciones).
Aunque sea un derecho, hay que lidiar todo el tiempo con la familia, con el esposo, incluso, con el pueblo entero; pero poco a poco y a pesar de todo, se ha obtenido un gran avance en los proyectos. Primero con la capacitación, al dar el primer paso, como dicen las beneficiadas “con miedo porque era algo nuevo”, y siempre con el apoyo de las organizaciones y el de las propias mujeres que se van integrando, que viven la misma situación.
Desde hace más de ocho años, GEMAC trabaja en la zona del Istmo de Tehuantepec, tejiendo lazos y vínculos de confianza. Así, se ha logrado conformar una red de apoyo en colaboración con otras asociaciones (Colectivo Consejo Ciudadano por la Reconstitución Integral Unión Hidalgo, Asamblea de Comuneros y Comuneras Unión Hidalgo) que luego de los sismos de 2017, se enfocaron en la reconstrucción de una vivienda digna.
“Muchas cosas pasan cuando las mujeres se reúnen y se organizan, por eso causa ruido, conflicto”, señala Andrea Getzemaní Manzo, del Colectivo Consejo Ciudadano por la Reconstitución Integral Unión Hidalgo, que colabora también con GEMAC. Enfatiza que estas asociaciones de apoyo, de ningún modo, tratan de imponer maneras de pensar o hacer, al contrario, fomentan que cada grupo de mujeres desarrolle sus actividades conforme a lo que ellas mismas acuerdan y deciden.
Convencer a los demás del derecho a una vivienda y a un lugar de trabajo dignos, a ejercer los derechos laborales de manera justa, a reconocer por principio la labor de las mujeres, es una lucha diaria y ardua. Esta batalla es constante, mal comprendida, entre dudas y temores, sobre todo después de los sismos. A veces las mujeres no se dan cuenta de todos los alcances de sus logros, trabajan por ellas mismas, por sus familias y comunidades, para enseñarles a sus hijas con su ejemplo a ser independientes. En ello se basa el proyecto de GEMAC, “Reconstruyéndonos juntas”.
Entre las integrantes de estos grupos, todas distintas y al mismo tiempo, muy parecidas, se reconocen y respetan sus diferencias. Conversan como compañeras, comparten experiencias, siempre aprendiendo unas de otras, discutiendo cómo hacer tal o cual cosa.
“Nos sentimos emocionadas y contentas de lo que hemos aprendido, de llevar ingresos a la casa, de compartir los gastos con nuestros esposos”, afirma Patricia Salmerón y agrega: “no me siento frustrada, de otro modo, ¿dónde quedarían mis sueños? Ya estamos pensando en otros proyectos, en lo que cada una quiere hacer en su comunidad, en lo que se necesita”.
Con los conocimientos adquiridos, se han producido y comercializado conservas, mermeladas, almíbares y curados de las frutas de la región. Además, entre otros proyectos a emprender, se encuentran los relacionados con bordados y tejidos, así como otros negocios diversos.
De igual forma están aquellas acciones que inicialmente se plantearon en la emergencia de 2017, la rehabilitación de viviendas y de espacios de trabajo como un derecho de todos. En este sentido, las mujeres participan en la reconstrucción con tareas que solo hacían los hombres, colaboran de la misma manera que ellos. Buscan constanmente oportunidades, impulsando nuevas iniciativas económicas para mejorar las condiciones y la calidad de vida de sus familias y comunidades, gracias a la asesoría y acompañamiento de GEMAC en alianza con otras organizaciones.