“Quien siembra verdad, cosecha confianza”.
La Unión de Comunidades de la Región del Istmo (UCIRI) representa la esperanza del café, pero sobre todo la de los productores, grupos zapotecos de la sierra, mixes, chontales y chatinos del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. La organización alberga a más de 54 comunidades cafetaleras, es fundadora del comercio justo en esta región, que desde la década de los ochenta ha luchado tenazmente por mejorar las condiciones en favor del bienestar de los campesinos indígenas que producen café.
Con la ayuda de otras agrupaciones, mediante una ardua y constante labor de los campesinos organizados, la asociación creció y se fortaleció hasta transformarse en una instancia reguladora de los precios del café, estableciendo así condiciones justas entre productores y consumidores, sin intermediarios. Trabaja para la comercialización a nivel regional y nacional, también exporta directamente al mercado alternativo de varios países de Europa y América.
En el cultivo del café, los agricultores socios de UCIRI utilizan semillas orgánicas y evitan los agroquímicos sintéticos mediante un proceso natural de producción, lo que asegura preservar la biodiversidad de la zona. Se trabaja con un profundo respeto por la tierra, a partir de conocer sus propiedades y cuidando las etapas de siembra y cosecha, en la renovación constante del café; es por eso que se ofrece un producto orgánico de alta calidad, capaz de competir en el mercado internacional con base en los principios éticos del comercio justo.
El espíritu de lucha, de unión y solidaridad de la organización, UCIRI dirigió acciones después de los sismos de 2017 en apoyo a las familias afectadas, con la reconstrucción de hogares que están en la sierra mixe y zapoteca del Istmo de Tehuantepec. Lo que se hizo primeramente, fue convocar a la sociedad en su conjunto para la donación de recursos y hacerlos llegar lo más pronto posible a los damnificados.
Arsenio Díaz, colaborador de UCIRI en el área de sociedades cooperativas y como secretario auxiliar del Consejo de Administración, estaba en la central de trabajo, en Lachivizá, cuando ocurrió el sismo del 17 de septiembre, junto con sus compañeros dejaron todo para salir a las comunidades, y conocer qué daños sufrieron, para apoyar y buscar la ayuda que necesitaban. El panorama que encontraron fue desolador por la pérdida del patrimonio y las viviendas; el espanto, la preocupación por no tener ningún refugio, se les ayudó para acondicionar algunos espacios donde guarecerse temporalmente, tratando de escucharlos y acompañarlos.
“Unidos venceremos […], no solamente es en palabras […], si dos se ponen de acuerdo, hacen grandes cosas”.