Después del proceso diagnóstico realizado tras los sismos a finales de 2017, entrevistas individuales y levantamiento de situación de habitabilidad, se armó un grupo de veinte personas interesadas en construir con el proyecto VACA. A la par de la recaudación de fondos y del seguimiento del proceso diagnóstico realizado en los meses siguientes, diversas farmacéuticas determinaron la construcción de 250 viviendas gratuitas para los afectados del sismo, en conjunto con el gobierno municipal, sin tomar en cuenta si existía una pérdida parcial o total de la vivienda, o si no había afectación alguna. Para ser beneficiario del sorteo de viviendas se necesitaba formar parte del padrón levantado por el municipio y contar con un predio libre para la construcción de la vivienda (36-43 m²) provocando la demolición de gran parte del patrimonio arquitectónico, así como los remanentes de arquitectura vernácula del sitio.
La metodología de Échale a tu casa (la asociación constructora) no utiliza técnicas de participación y opera dentro de un esquema único de replicación de vivienda individual, cayendo en un sistema asistencialista. Paralelamente, se llevó a cabo el programa de reconstrucción de Fonden, el cual presentaba irregularidades y favoritismos. Con la llegada del programa VACA a Santiago Niltepec el 17 de septiembre de 2018, las condiciones del territorio habían cambiado debido a estas situaciones. Tras realizar un último proceso de diagnóstico, se invitó a ocho familias con los índices de vulnerabilidad más altos que quisieran participar en la construcción con nuestra metodología, a través de un proceso participativo social y sostenible.
Finalmente se decidió trabajar con seis familias para hacer más grandes las casas, equiparlas con mejores servicios, e incluir todo el proyecto de iluminación eléctrica. Dos familias no concluyeron su construcción por razones personales, las otras cuatro terminaron sus casas a principios de 2019.
Familias
1) Familia Lucas Contreras (cinco integrantes)
• Epifanía Contreras Solís | 40 años
• Alberto Lucas García | 47 años
• Yolanda Lucas Contreras | 16 años
• Yaneth Lucas Contreras | 17 años
• Yamileth Lucas Contreras | 17 años
Construcción de una vivienda unifamiliar que cuenta con dos terrazas sociales, cocina con fogón ahorrador de leña y libre de humo, baño seco y dos habitaciones con ventilación cruzada. Una de las habitaciones se diseñó para dormir en hamacas a petición del matrimonio.
2) Familia López López (cinco integrantes)
• Francisca López González | 49 años
• Epifanio López Luis | 58 años
• Azucena López López | 13 años
• Natali López López | 18 años
• Alely López López | 17 años
Vivienda conjunta para dos familias, en un mismo predio, con un espacio social, una habitación con ventilación cruzada, una cocina compartida con fogón ahorrador de leña y libre de humo, y un baño.
3) Familia Fernández López (tres integrantes)
• Orquídea López López | 22 años
• Jonathan Fernández Raymundo | 23 años
• Ian Gael Fernández López | 1 año
Construcción de dos nuevos espacios, una terraza privada, cocina con fogón ahorrador de leña y libre de humo, y un baño que se comparte con la familia López López.
4) Familia López Martínez (cinco integrantes)
• Bertha Martínez Mumenthey | 44 años
• Rigoberto López Pérez | 47 años
• Richard López Martínez | 6 años
• Kamila López Martínez | 8 años
• Erick Leonardo López Martínez | 13 años
Vivienda unifamiliar con tres habitaciones con ventilación cruzada, cocina con fogón ahorrador de leña y libre de humo, una terraza social y baños.
La especie de pasto que sirve para construir con tierra le llaman zacatelodo, porque es un pasto que tiene un alto contenido de sílice, entonces no se pudre ni se colapsa, se queda adentro de la mezcla de lodo haciendo la función que el acero hace en el concreto: las fuerzas de tensión.
No utilizamos la construcción del bajareque, que es típica de la región. Cambiamos a la técnica de cob (también conocido como “bla”). Cob viene de cobbing, es una técnica inglesa que utilizaba a los bueyes para mezclar el lodo con la fibra y con el agua. Se decía que los animales estaban cobbing.
El beneficio que tiene es que no se necesita de elementos verticales de madera como postes o columnas, y eso nos ayuda porque en el territorio ya no hay horcones, ya no existen árboles gigantescos de los que sacábamos nuestras piezas de 12 metros de largo. Esa es otra parte importante, ¿cómo utilizar los materiales de la región para que puedan funcionar con la realidad actual de lo que hay en el territorio?
Utilizamos el cob como técnica constructiva para la edificación de las viviendas también por su gran capacidad de resistencia ante sismos, así como por las ventajas que ofrece en tiempos de secado, y la facilidad de no requerir que las piezas sean iguales. En esta técnica los muros se levantan con suelos ricos en arcilla y fibras de pasto. A diferencia del adobe, el cob se seca en el sitio; las paredes se levantan con la mezcla aún fresca. Una vez seca la mezcla, la paja interior queda trabada como una red tridimensional y las paredes se transforman en una pieza monolítica, esto minimiza las cantidades de madera para la construcción de la estructura.
Los sismos van a seguir, entonces bajo los mismos principios de la construcción natural, y con los mismos elementos: lodo, pasto y madera, podemos enseñar una nueva técnica que les pueda ayudar a tener construcciones mucho más seguras que el bajareque y el concreto. Un momento muy padre es cuando la gente vuelve a las casas, muchos tocan el muro, y checan si va a aguantar; ya que lo sienten, cambian de opinión.
Cada vez que nosotros llegamos a un territorio hacemos el estudio de qué técnicas vernáculas se utilizan o ya no se utilizan ahí, y se analiza por qué se dejaron de usar. Hacemos visitas de campo, entrevistas con la gente, y muchas veces cuando se propone una técnica de construcción, las mismas personas dicen “es que yo con mi abuelo construía casas de barro”. Cuando se presenta una técnica mejorada, por ejemplo el cob, ellos lo relacionan rápidamente con las casas de barro de antes. Yo lo veo como un proceso que se retroalimenta todo el tiempo.
Por arquitectura vernácula nos referimos a aquella que se manifiesta en el tiempo, además de en lo económico, social, climático, etc., son construcciones que tienen mucha lógica. Es sencilla, pero no simple. Sencilla en el sentido de que se entiende qué es lo que aporta cada material. Como no hay recursos no se pueden hacer cosas por capricho, son arquitecturas que se desarrollaron hace miles de años cuando no había dinero ni acero. La lógica es transformar lo que hay para que, con el mínimo esfuerzo posible, se logre el confort más básico.
Estar en contacto con el material y construirlo uno mismo con sus manos ayuda a entenderlo desde otro frente. No solamente desde la parte técnica y medible que nosotros tenemos, sino desde la parte de la experiencia, del “mi abuelo lo mezclaba así”, donde sucede una transferencia de conocimientos para entender por qué se hace de esa forma. Son cosas que tienen muchísimo conocimiento embebido, que hay que tener la agudeza para poder entenderlo y diseccionarlo para comprender la fuerza y la inteligencia que tienen estas construcciones.
Para romper con el asistencialismo es necesario que las familias participen en cada parte del proceso. Diseñamos juntos las viviendas para que estas reflejen las necesidades específicas de cada una de ellas. No se ofrecen salarios a ningún integrante pero se les asegura la comida para toda la familia. Durante el proceso de construcción, tanto el equipo como los voluntarios vivimos dentro de la comunidad, trabajamos y comemos juntos, de esta manera reforzamos los lazos sociales y conocemos otras realidades.
Este proceso participativo incluye un diagnóstico para evaluar las condiciones de cada proyecto. Las viviendas deben responder a las necesidades de la familia, tener contacto directo agiliza el proceso y lo vuelve personal. Utilizamos materiales y técnicas locales para construir de manera eficiente en costos, mantenimiento, adecuación climática y social.
Los procesos de construcción no se individualizan, sino que se socializan. Debemos comprender a la comunidad como un todo y construir a partir de la participación para regenerar el tejido social. Se comienza construyendo para todos y de manera ejemplar. La construcción se plantea como un proyecto social de aprendizaje comunitario: enseñar a enseñar. Se capacita a maestros albañiles y/o líderes de la construcción para que se hagan cargo posteriormente de cada frente de construcción. De esta forma, el conocimiento se queda en la comunidad cuando el equipo de especialistas se retira.
El añil es un colorante natural (también conocido como azul índigo) elaborado con base en la trituración y fermentación de la planta jiquilite (xiquilite), que hace generaciones llegó desde Centroamérica hasta el pueblo mulato de Niltepec, comunidad zoque de la zona oriente del Istmo de Tehuantepec. Niltepec se ha convertido en el único lugar donde se cosecha y esto ha transformando a sus habitantes en los guardianes del tinte.
Hay tres etapas de la producción: siembra-cosecha, fermentación-pila y extracción. Después del corte que se hace una vez al año, antes de que lleguen los grandes vientos del sur, las ramas del xiquilite se amarran y se llevan a tres estanques de cemento: las que usan en Niltepec tienen más de 100 años de antigüedad.
Las plantas se remojan en agua y se desprende el glucósido indicán, luego se fermenta. Cuando el agua se vuelve azul y empieza a burbujear el agua se pasa a otra pila grande para efectuar el batido, el cual provoca oxigenación. Esto se hacía golpeando la superficie constantemente con palos de madera. Después de varias horas de batido y golpeteo, el puntero determina que se ha alcanzado el momento ideal, entonces el líquido se deja reposar. Después se elimina el agua quedando un grueso sedimento en la pila, el cual es removido con cuencos y vaciado en tela, donde se filtra o envuelve para escurrir el agua y dejar panes de tinta húmeda que se dejan secar al aire. La pasta seca se corta con el fin de obtener pastillas de tinta añil fácilmente transportables y listas para el comercio.
Se dice que la música o el futbol no necesitan lenguaje. La construcción tampoco, en realidad. Hemos tenido voluntarias y voluntarios de otros países y nosotros hemos viajado fuera de México. Aprendes a comunicarte. Realmente la construcción es un lenguaje.