A través del proyecto “Reconstrucción 7S”, el Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa (CDHDO) trabaja con las comunidades de Tonalá y Pijijiapan, en la costa de Chiapas, para garantizar que las personas damnificadas por el sismo recuperen su vivienda y su patrimonio. Con el Fondo Levantemos México se ha logrado apoyar a la población que sufrió las consecuencias de una situación agravada por las condiciones de vulnerabilidad y la falta de recursos y desatención por parte de las autoridades. Los habitantes de esta región padecen, desde hace tiempo, marginación, pobreza y abandono, por eso el sismo ahí tuvo un mayor impacto; incluso la ayuda gubernamental (muy escasa) y de algunas agrupaciones prácticamente no llegó. De ahí la urgencia por atender las necesidades más apremiantes y trabajar en la reconstrucción.

La población afectada se debatía entre la desesperación y el desconsuelo, “No hallábamos qué hacer, nos entró pánico, […] ver la gente que gritaba, que lloraba. […] No nos llegaba la ayuda, tuvimos que salir a buscar dónde nos podían ayudar, ya no teníamos para comer. Había comentarios de que nos podían ayudar [en el CDHDO], primero nos ayudaron [con] despensas, ropa, medicamentos, doctores y psicólogos que nos llegaron a ver; […] después ya nos ayudaron con las hornillas, cocinas para que empezáramos a trabajar, con la construcción de nuestras casas, por medio de ellos tuvimos las ayudas”. (Verónica U. Hernández, beneficiada).

La organización trabajó en varios frentes para responder a la contingencia: monitoreo, documentación y denuncia sobre la situación de los damnificados; organizar la ayuda humanitaria (víveres, despensas); conformar brigadas de atención médica y psicosocial, y coordinar el proceso de reconstrucción material, ya que el proyecto “Reconstrucción 7S” se planteó conforme a dos direcciones básicas: la reconstrucción física de las viviendas y la reconstrucción social. 

La participación de los pobladores de estas localidades en el proceso ha sido fundamental para llevar a cabo las tareas de reconstrucción, respetando ante todo las necesidades culturales y de habitabilidad, de acuerdo con el contexto en el que se realizan, garantizando el derecho a una vivienda digna. “Prácticamente el arraigo y la permanencia con las comunidades de trabajo es cercano, de mucha confianza, porque de ahí surgió esta organización”. (Nataniel Hernández, del CDHDO).

Las familias y vecinos que se involucraron directamente, al trabajar ellos mismos en la reconstrucción de sus casas (con el apoyo del CDHDO y de otras asociaciones), recuperaron la confianza que perdieron, orgullosos de los resultados de su propio esfuerzo y de brindar ayuda a quien lo necesitaba. Así se formaron vínculos de colaboración y de solidaridad, y se contribuyó a restablecer y estrechar los lazos comunitarios afectados también por el sismo. Además, se fortaleció un sentido de independencia y autonomía en el trabajo desarrollado, al cubrir el vacío institucional ante la tragedia.